“Utilizar la autobiografía como un recurso de formación supone una toma de conciencia de unos hechos, de unas experiencias imaginadas, para mostrarlas con voluntad reflexiva y tratar de descubrir posibles vías de explicación de la propia actitud ante la enseñanza y ante el futuro papel como profesores desde la visión que se tiene ahora como estudiantes.” Hernández y Barragán (1991)
¿Cómo elaborar una autobiografía con la mirada puesta en la influencia del arte en la educación?, ¿Qué papel ha desempeñado la educación artística en nuestro desarrollo como individuos?, ¿Cómo esto incidirá en mi futuro profesional como arte-educadora?, ¿Repetiré patrones de aprendizajes o seré capaz de innovar y generar nuevos enfoques educativos en la docencia?, ¿Cómo puedo conseguir transformar la educación desde el arte?, ¿Seré capaz de reconocer los tránsitos identitarios que me han ido conformando y son parte de mí “yo actual”?, ¿Seré capaz de leer entrelíneas e identificar aquellas referencias visuales y audiovisuales que me han nutrido durante todos estos años?, ¿Seré capaz de mostrar mis producciones artísticas o de diseño y ordenarlas por etapas o tránsitos?, ¿Estoy preparada para releer las páginas de mi pasado en busca de material que me ayude a construir, reflexionar y tomar consciencia de mi identidad y conseguir crear un fiel “retrato autobiográfico”?, ¿Cómo todo esto me podrá ayudar a empatizar con mi futuro alumnado y conectar con sus afectos?… Preguntas y más preguntas surgen en mi mente en el inicio y en el transcurso de este proyecto autobiográfico, y éstas han ido encontrando respuesta a medida que este trabajo de autoconocimiento y exploración se ha ido desarrollando.
Nada más comenzar, este aprendizaje artístico desde una perspectiva autobiográfica, éste se ha convertido en un viaje íntimo y profundo, como cuando nos embarcamos en las páginas de un libro y aún nos queda mucho por descubrir, que nos invita a reflexionar sobre el papel que el arte ha desempeñado en nuestro desarrollo como individuos.
Si viajamos al pasado a esas primeras etapas educativas, a la adolescencia y “más allá”, el arte se entrelaza con nuestra experiencia vital y sostiene nuestro yo más creativo, dejando una huella imborrable en nuestra identidad, en la forma en la que percibimos el mundo que nos rodea y en cómo nos relacionamos con los demás.
Para la realización de este proyecto ha sido esencial explorar el proceso de aprendizaje artístico a través de la lente autobiográfica y emplear la a/r/tografía como metodología y herramienta de investigación basada en las artes, concretamente, a través de tres líneas de exploración: mis propias producciones artísticas, los tránsitos identitarios que he experimentado a lo largo de mi vida y las referencias de mi cultura visual y audiovisual que constituyen una colección de imágenes que conforman mi mundo interior y exterior, cómo me percibo yo, como me muestro a los demás y cómo soy percibida. Para comprender plenamente la experiencia del relato narrativo autobiográfico, tomamos de referencia e inspiración las cuatro fases descritas por Houdé (2002), que nos guían desde la movilización del recuerdo, el surgimiento de éste contextualizando y extrayendo aquello que habita en él, profundizando en los sentimientos que experimentamos en ese momento, hasta la conceptualización del sentido de esa experiencia para nosotros mismos. En definitiva, una relectura de nuestras vidas y nuestro paso por nuestra educación familiar, social y académica.